Las comunidades de práctica planificadas pueden ser un medio eficaz para difundir y crear conocimientos. Este artículo explora el grado en que los financiadores pueden iniciar comunidades de práctica y presenta las lecciones aprendidas y los resultados obtenidos del compromiso a largo plazo con este concepto por parte del Programa Colaborativo de Investigación de Cultivos de la Fundación McKnight.
Este artículo proporciona una contribución novedosa a la literatura al mostrar que un financiador puede iniciar, apoyar y participar en una comunidad de práctica compuesta por sus beneficiarios, que pueden tener éxito en compartir y crear conocimiento. Los factores que las organizaciones deben considerar al investigar este concepto incluyen la inversión a largo plazo en convocatorias y facilitación, así como renunciar a cierto control sobre los resultados.
Las investigaciones muestran que las comunidades de práctica del programa McKnight han proporcionado un espacio para que varios actores en África y la región de los Andes desarrollen capacidad de adaptación relacionada con la investigación y la acción sobre sistemas alimentarios a través del aprendizaje social. A medida que los financiadores miran cada vez más fuera de la lógica tradicional de los proyectos para explorar cómo pueden contribuir a propiciar condiciones y capacidad de cambio y adaptación a largo plazo, las comunidades de práctica bien apoyadas y facilitadas ofrecen un enfoque prometedor.