Desde devastadoras tormentas e inundaciones hasta olas de calor y sequías récord, los agricultores de todo el mundo, desde Minnesota hasta Ecuador, desde Níger hasta Kenia, están experimentando de primera mano la amenaza del cambio climático. El mundo también se enfrenta a la peor crisis alimentaria en décadas: más de 20 millones de personas están al borde de la hambruna y 345 millones se enfrentan a una inseguridad alimentaria aguda. El hambre global y el cambio climático están inextricablemente vinculados: ambos exigen una remodelación urgente de nuestros sistemas alimentarios.
Mientras los líderes mundiales se reúnen en la COP27, tienen la oportunidad de garantizar que los sistemas alimentarios reciban la atención y el financiamiento que necesitan. De acuerdo a un nuevo reporte, la producción, el procesamiento, el consumo y el desperdicio de alimentos representan un tercio de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, sin embargo, los sistemas alimentarios reciben solo el 3 por ciento de la financiación climática.
La presidenta de McKnight, Tonya Allen, presenta el caso en un artículo de opinión para The Hill que los gobiernos deben actuar rápida y sistemáticamente para facilitar que los agricultores avancen en soluciones climáticas en el terreno, lo que hará que sus operaciones y sus medios de vida sean más resistentes y al mismo tiempo creen suelos saludables, agua limpia, alimentos nutritivos y economías prósperas.
McKnight también se unió a otros 13 donantes filantrópicos para insta al presidente de la COP27, Sameh Shoukry que use la cumbre para hacer de la transformación de los sistemas alimentarios una prioridad máxima.
A medida que se van conociendo los resultados de las elecciones intermedias de EE. UU., los líderes de todos los niveles de gobierno tienen una oportunidad de oro para abordar un tema urgente que tiene importancia desde la etapa de política global de la COP hasta nuestras propias mesas de cocina. Este es el momento para que el gobierno, las empresas, los líderes estatales y locales y los defensores unan sus fuerzas para garantizar que la agricultura contribuya a las prácticas sostenibles, no las inhiba. Trabajemos duro, juntos, para salvar nuestros sistemas alimentarios y evitar un desastre climático.