Ampliar lo que se considera conocimiento y ampliar los métodos de investigación participativa es clave para desarrollar sistemas alimentarios más equitativos. Ése es el hallazgo principal de un informe reciente en Nature Food: “Enfoques de democratización del conocimiento para la transformación de los sistemas alimentarios”, en coautoría con Jane Maland Cady y Paul Roge, entre muchos otros.
Los conocimientos tradicionales, indígenas y locales ofrecen conocimientos esenciales para caminos sostenibles, pero regularmente se los excluye de la toma de decisiones sobre la financiación, las políticas y las acciones de los sistemas agrícolas y alimentarios. Centrar una diversidad de conocimientos y formas de conocimiento es fundamental para profundizar la democracia en la investigación, la innovación y la implementación agrícolas para abordar estos problemas y mejorar los resultados, concluyen los autores.
Los principios esbozados en el artículo enfatizan la importancia de la justicia epistémica, la cocreación intercultural y el mutualismo e intercambio de conocimientos en los procesos de democratización de las políticas de conocimiento. Estos principios, sostienen los autores, son esenciales para abordar los prejuicios y empoderar a las comunidades marginadas en la configuración de las transformaciones del sistema alimentario.
Dirigido por Samara Brock de la Universidad de Yale, el artículo es el resultado de un proceso internacional convocado por la Alianza Global para el Futuro de los Alimentos sobre la Política del conocimiento que reunió a líderes de sistemas alimentarios para elaborar estrategias sobre el avance de la investigación y la evidencia para la agroecología. A partir de estudios de casos de todo el mundo, los autores destacan enfoques innovadores que involucran a actores locales en la producción e intercambio de conocimientos.
Destacados como modelo clave en el informe son redes de investigación de agricultores apoyado por McKnight Colaboración global para sistemas alimentarios resilientes, que combinan conocimiento científico con conocimiento indígena tradicional y local en comunidades de práctica que abarcan diez países de los altos Andes y África. Estas redes reúnen a agricultores, instituciones de investigación, organizaciones de desarrollo y otros para mejorar la agricultura y los sistemas alimentarios para todos. En un proceso co-creado para compartir y construir conocimiento, estas redes buscan soluciones ecológicas adaptadas a regiones específicas, considerando las necesidades, prioridades y sabiduría de los agricultores locales, incluidas las de las mujeres y otros grupos históricamente marginados. Desde 2013, la Fundación ha apoyado a 30 redes de investigación de agricultores que varían en tamaño desde 15 hasta más de 2000 agricultores.
"Creemos tanto en los resultados que se pueden medir como en los resultados que se pueden ver y observar de maneras que quizás no se enseñen en las universidades", compartió Jane Maland Cady, directora del programa de Colaboración Global para Sistemas Alimentarios Resilientes de la Fundación McKnight. "En nuestras décadas de práctica, hemos descubierto que cuando los agricultores locales tienen voz y voto en la salud de sus alimentos, agua y recursos, y comparten sus conocimientos, son una fuerza para el cambio global".
"Cuando la investigación es desarrollada y realizada por agricultores, se vuelve más relevante para las preocupaciones, necesidades e intereses de las comunidades rurales", dice Paul Roge, oficial senior de programas de la Colaboración Global para Sistemas Alimentarios Resilientes de McKnight. “Con una mayor participación y apropiación de la investigación, es más probable que los agricultores compartan e interactúen con otros de maneras 'favorables para los agricultores', como a través de demostraciones de agricultor a agricultor y la difusión de recursos educativos sobre técnicas para resolver problemas agrícolas relevantes. a los pequeños agricultores. Las dinámicas de poder se negocian entre agricultores y científicos de una manera más horizontal, de modo que ambos puedan diseñar y cocrear prácticas de investigación y difusión de conocimientos”.
Los autores hacen tres recomendaciones destinadas a quienes financian, diseñan y llevan a cabo investigaciones sobre sistemas alimentarios:
- Apoyar la investigación que se centre en el cambio a nivel de todo el sistema, en lugar de en criterios cuantitativos estrictamente definidos como, por ejemplo, los rendimientos agrícolas. Esto implicará mirar más allá de lo que es fácilmente cuantificable para incorporar factores y consecuencias sociales, culturales y ecológicos más amplios.
- Desarrollar capacidad y apoyo para la investigación transdisciplinaria, participativa, dirigida por agricultores e indígenas, financiando la capacitación y el mantenimiento de depósitos de conocimientos gobernados localmente.
- Apoyar la movilización y comunicación de conocimientos y pruebas, como la investigación y la creación de redes entre pares, las coaliciones de promoción de múltiples actores y la participación de los agricultores, los pueblos indígenas y sus organizaciones en la investigación, las políticas y la toma de decisiones.
Mientras nos esforzamos colectivamente por lograr sistemas alimentarios que sean capaces de nutrir a las poblaciones y regenerar ecosistemas, la incorporación de una diversidad de conocimientos en la toma de decisiones puede promover soluciones innovadoras y probadas en el tiempo para la transformación de los sistemas alimentarios.